Oda a las cosas inútiles

Oh tú, glorioso martillo de cristal,
nacido no para clavar, sino para admirar.
Y tú, noble silla que jamás se despliega,
firme en tu negativa a servir.

Brindamos por la taza de mil asas,
que abraza de más y sirve de menos.
Salve al ventilador sin aspas,
que susurra promesas que no moverán ni una hoja.

A ti, tostadora de hielo,
que fundes expectativas pero jamás el desayuno.
Lápiz de doble borrador,
arquitecto de la duda, enemigo del trazo.

Este es tu templo,
museo de lo innecesario,
santuario de lo improbable,
hogar de los inventos sin propósito…
más allá de hacer sonreír.

Aquí celebramos la gloria del error,
la belleza del sinsentido,
y el arte de crear por crear.

Bienvenido seas,

alma curiosa,
a este universo paralelo
donde nada funciona,
y todo tiene sentido.